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La importancia de la espiritualidad para hacer frente al cambio climático

Foto de MaYcaL vía iStock

El cambio climático tiene el potencial de afectar a todos los seres que habitan el planeta; sin embargo, el alcance de las conversaciones sobre este complejo problema a menudo se limita a las esferas científicas y políticas. Los académicos y científicos, incluidos los del Center for Healthy Minds (Centro para mentes saludables), esperan cambiar eso.

El miembro del cuerpo docente del centro y académico de estudios religiosos, John Dunne, participó en un diálogo con líderes espirituales, expertos en ética, científicos y economistas para encontrar nuevas ideas y soluciones para hacer frente al cambio climático. Junto con Daniel Goleman, es coeditor del nuevo libro “Ecología, ética e interdependencia,” que se centra en un diálogo con Su Santidad el Dalái Lama y otros expertos mundiales para explorar cómo la humanidad puede abordar de manera colectiva un problema tan grande como el cambio climático. Él comparte algunas conclusiones clave de la conversación.

JohnDunne

¿Por qué es necesario ver el cambio climático como un desafío religioso y espiritual, además de un desafío científico o político?

John Dunne: Está claro que los seres humanos tenemos que hacer algo respecto a este gran problema y que tenemos que actuar juntos. Las opiniones de los presentes en este diálogo, convocado por el Mind & Life Institute, nos permitió entender el problema desde diferentes perspectivas. El cambio climático está casi perfectamente diseñado para ser un problema que la gente no puede conceptualizar y que ni siquiera puede notar hasta que es demasiado tarde.

Una de las principales características de la religión es que construye nuestra realidad y orienta nuestra forma de ver el mundo. Incluso aquellos que no nos identificamos como religiosos, tenemos un esquema cultural, una estructura mental, que hemos heredado por generaciones. Todos construimos nuestra realidad con elementos que se asemejan a creencias religiosas, incluso si no tenemos una afiliación formal con una religión.

Un buen ejemplo de cómo estos esquemas pueden moldear las opiniones de las personas sobre el cambio climático proviene de mi colega Sallie McFague, quien realiza un trabajo teológico sobre el cristianismo. Ella habla del mundo como el cuerpo de Dios y el cambio climático es una señal de que algo ha alterado profundamente ese cuerpo. 

Para Sallie, el cambio climático es un desafío espiritual profundo: así como una vida espiritual equilibrada nos permite cuidar nuestro cuerpo físico, ¿cómo puede nuestra espiritualidad guiarnos para comportarnos de una manera que sane al planeta entero? 

Cuando notamos un desequilibrio en nuestro cuerpo, podemos optar por cambiar nuestra dieta y consumir alimentos más saludables. Del mismo modo, cuando vemos que surgen desequilibrios notorios en el “cuerpo,” que es nuestro hogar planetario, ¿necesitamos cambiar a una “dieta” energética en la que solo usemos fuentes de energía sustentables y no contribuir al cambio climático? El mensaje principal de Sallie y otros es que necesitamos ampliar nuestro círculo de preocupación espiritual hacia el medio ambiente en sí y dar un paso atrás en las conductas autodestructivas.

“Una forma de hacer frente [al estilo de vida consumista] es evitar el consumo innecesario o la búsqueda de euforia temporal y en su lugar podríamos plantearnos qué constituye realmente la vida plena y cómo podemos lograrla de manera que nos conecte de forma más simple con lo que verdaderamente valoramos”

-John Dunne

En el día a día, ¿cómo podrían influir estos esquemas en la vida de las personas?

Muchos de las factores que aceleran el cambio climático surgen del estilo de vida consumista que tiene el 20 % del planeta y que el otro 80 % desea. Este estilo de vida prevalece especialmente en los Estados Unidos, pero si el resto del mundo intenta vivir de esa manera, el futuro se vería sombrío. “Una forma de hacer frente a este desafío es evitar el consumo innecesario o la búsqueda de euforia temporal y en su lugar podríamos plantearnos qué constituye realmente la vida plena y cómo podemos lograrla de manera que nos conecte de forma más simple con lo que verdaderamente valoramos.”

Los contextos espirituales son un factor relevante ya que nos permiten explorar el significado de “vida plena”; y las comunidades y prácticas espirituales nos dan la motivación y los medios para cambiar aspectos que nos lleven a ese estado de florecimiento. 

Si no cambiamos nuestro concepto de vida plena y no logramos influir en los demás ni en el planeta, nuestros niveles de consumo de recursos y degradación ambiental continuarán aumentando inevitablemente. De cualquier forma, todos sabemos que ser conscientes del impacto ambiental y de lo que consumimos es mucho más satisfactorio que llevar una vida centrada cada vez más en el consumismo.

El diálogo presentado en el libro incluyó a líderes religiosos, entre ellos, Dalái Lama. ¿Cómo el budismo, además de otras tradiciones religiosas, enriquece esta conversación?

Una de las principales características del cambio climático es la interdependencia, que es el aspecto central de cómo funciona nuestro medio ambiente y cómo nos relacionamos con él. Un aspecto importante de la interdependencia es que los efectos de una acción se propagan hacia los demás, pero luego también regresan para afectar a quien realizó la acción. Este tipo de interdependencia es una característica central del budismo y ha sido parte esencial de la filosofía budista y las prácticas contemplativas; factores especialmente beneficiosos para hacer frente al cambio climático. 

Intuyo que esto es lo que alimenta el interés de Su Santidad el Dalái Lama en el cambio climático. Él lo ve a través del aspecto compasivo de la interdependencia: preocuparse por todos, no solo por su vecino o por usted mismo, sino por todos los seres de este universo. Ese nivel de conciencia respecto a la interdependencia, la idea de que no estamos separados sino que somos parte del medioambiente, es lo que genera el interés del budismo y brinda diferentes recursos para hacer frente al problema.

John Dunne Karmapa

His Holiness the Karmapa y John Dunne se reúnen y discuten cómo abordar el cambio climático a través de la espiritualidad.

"Sin un punto de partida básico en la mente, incluso solo un deseo sincero de llevar una vida mejor, es poco probable que nuestros esfuerzos por mejorar nuestro bienestar tengan éxito, incluso si contamos con todas las condiciones externas adecuadas"

-John Dunne

¿Cómo podrían la psicología y la religión aportar conocimientos que impulsen medidas contra el cambio climático?

En el Center for Healthy Minds (Centro para mentes saludables), cuando hablamos de bienestar, aceptamos la idea de que es algo que realmente se puede aprender. Pero el bienestar no es solo un estado mental interno; también es una forma de llevar una vida e interactuar con los demás.

Como dice el viejo dicho en el budismo, “La mente es lo que tira del carro.” Sin un punto de partida básico en la mente, incluso solo un deseo sincero de llevar una vida mejor, es poco probable que nuestros esfuerzos por mejorar nuestro bienestar tengan éxito, incluso si contamos con todas las condiciones externas adecuadas. Sin embargo, si comenzamos con esa motivación básica, podemos usar nuestra mente para aprender cómo funciona el bienestar y luego aplicar ese entendimiento a la adquisición de habilidades que nos permitan no solo ayudarnos a nosotros mismos, sino también a nuestras familias, comunidades e instituciones. Y probablemente aclare cómo esto se relaciona con el cambio climático.

Como señala en el libro nuestro colega, Jonathan Patz, de la Universidad de Wisconsin, Madison, el cambio climático se puede considerar como un problema de salud pública a nivel global, y de la misma manera que se puede entrenar el bienestar personal, también podemos aprender lo necesario para mejorar nuestro bienestar de forma global. Nuevamente, comenzamos con esa motivación, y luego necesitamos educarnos sobre lo que podemos hacer tanto colectiva como individualmente para enfrentar este desafío. 

De esa forma, incluso los cambios más pequeños a nivel individual pueden tener un impacto significativo cuando se amplían de manera global. Cambiar el termostato aunque sea un poco para ahorrar energía en un hogar puede tener un gran impacto si todos hicieran lo mismo. Lo mismo ocurre con otros cambios simples y pequeños, como optar ir en bicicleta, caminar o usar el transporte público más a menudo. Y cuando las personas trabajan juntas, también pueden hacer que las instituciones cambien para que administren de manera inteligente nuestro impacto ambiental a nivel de gobiernos, corporaciones y similares. 

Ciertamente, todo esto es un desafío y ya vemos que el cambio climático no va a ser fácil para nosotros. Pero así como podemos elegir en cualquier momento ser más conscientes y estar sintonizados con lo que contribuye a nuestro bienestar personal, también podemos aprender a llevar nuestra capacidad de cambio constructivo al ámbito más amplio del propio medioambiente.

Entrevista dirigida y editada por Marianne Spoon

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