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Lecciones aprendidas a partir de la creación del Plan de estudios sobre la bondad

Por Lisa Flook y Laura Pinger

Un día, camino a la clase, uno de nosotros (Laura) vio a un estudiante de primera infancia llorando mientras esperaba que llegara su madre; se había hecho un corte en el mentón mientras jugaba. Cuando Laura llegó a la clase, los otros estudiantes estaban muy afectados y preocupados por su amigo, llenos de incertidumbre sobre lo que sucedería con él. Laura decidió preguntar a la clase cómo podían ayudarlo.

“¡Practicando la entrega de afecto!” exclamó uno de los niños y todos se sentaron en círculo y ofrecieron apoyo y buenos deseos para su compañero. Los niños inmediatamente se calmaron y continuaron con la lección.

Esto es lo que sucede cuando los niños aprenden a ser bondadosos en la escuela.

Se han desarrollado varios programas de atención plena para adultos, pero nosotros y nuestros colegas del Center for Healthy Minds de la Universidad de Wisconsin–Madison queríamos desarrollar un plan de estudios para niños. Todas las escuelas enseñan matemáticas y lectura, pero ¿qué pasa con la atención plena y la bondad?

Terminamos desarrollando un Plan de estudios sobre la bondad de 12 semanas de duración, que entregamos a seis escuelas en el Medio Oeste (regístrese para acceder a una copia gratuita del plan de estudios). Dos veces a la semana durante 20 minutos, los niños de prekínder conocieron historias y prácticas de atención plena, regulación de las emociones y fomento de la bondad. Es solo el comienzo, pero los resultados iniciales de nuestra investigación, en coautoría con Richard Davidson, fundador y profesor del centro, y Simon Goldberg, asistente de investigación de posgrado, sugieren que este programa puede mejorar las calificaciones, las habilidades cognitivas y las habilidades interpersonales de los niños.

¿Por qué es importante enseñar la bondad a los niños?

El ambiente escolar puede ser muy estresante; además de los problemas que traen de casa, muchos estudiantes tienen dificultades para hacer amigos y desempeñarse bien en la clase. Ser excluido, ignorado o foco de las burlas es muy doloroso para un niño pequeño y pensamos que enseñar empatía y compasión a los niños podría tener un gran impacto.

Cuando otros niños están sufriendo, como ese niño que se hizo un corte en el mentón, ¿podemos llegar a entender cómo se están sintiendo? La bondad cierra esas brechas y ayuda a construir un sentido de conexión entre los estudiantes, los maestros e incluso los padres. Aprender a fortalecer la atención y regular las emociones son habilidades fundamentales que podrían beneficiar a los niños en la escuela y durante toda su vida.

Además, tener aulas llenas de niños atentos y bondadosos cambia por completo el entorno escolar. Imagine escuelas y distritos enteros, donde se enfatice la bondad. Eso sería realmente poderoso. Enseñar la bondad es una forma de producir una transformación generalizada que no requiere grandes cambios en las políticas ni una amplia participación administrativa.

Ejecución y estudio de un Plan de estudios sobre la bondad

Si hubiera visitado una de las aulas que participaron en el programa de 12 semanas, es posible que haya visto un afiche en la pared titulado “Kindness Garden” (Jardín de la bondad). Cuando los niños realizaban o se beneficiaban de un acto de bondad, agregaban una pegatina al afiche. La idea es que la amistad es como una semilla: necesita ser regada y cuidada para que pueda florecer. Mediante ese ejercicio, logramos que los estudiantes hablaran sobre lo bien que hace sentir la bondad y cómo podríamos desarrollar una mayor amistad en el aula.

Otro día, podría haber encontrado estudiantes organizados en parejas sosteniendo varitas de la paz, una con un corazón y otra con una estrella. El niño con la varita del corazón habla (“desde el corazón”); el otro niño (el “oyente estrella”) escucha y luego repite lo que dijo su compañero. Cuando se presentaba un conflicto entre los estudiantes, usaban las varitas para apoyar el proceso de prestar atención, expresar los sentimientos y desarrollar la empatía.

Nuestro Plan de estudios sobre la bondad combina actividades creativas como las anteriormente descritas, al igual que libros, canciones y movimientos para comunicar conceptos de una manera que sea comprensible para niños de cuatro años. Nuestros instructores enseñaron el plan de estudios mediante la participación activa de los maestros en el aula.

Kindness  Garden  Web

El Plan de estudios sobre la bondad está diseñado en torno al abecedario, específicamente, de la A a la G:

  • Atención. Los estudiantes aprenden que todo aquello en lo que centran su atención es una opción personal. Al enfocar la atención en una variedad de sensaciones externas (el sonido de una campana, el aspecto de una piedra) y sensaciones internas (sentimiento de felicidad o tristeza), los niños aprenden que pueden dirigir su atención y mantener la concentración.
  • Bienestar para el cuerpo mediante la respiración. Los estudiantes aprenden a usar su respiración para cultivar algo de paz y tranquilidad. En lugar de escuchar una meditación, tocamos una canción del CD Calm Down Boogie de Betsy Rose, “Breathing In, Breathing Out” (inhalar, exhalar), mientras los niños descansaban boca arriba con un peluche pequeño sobre el abdomen. El peluche era un objeto que había que “mecer para dormir” mediante la inhalación y exhalación natural, en tanto la respiración calmaba el cuerpo de los niños.
  • Cuidado de otros. En esta área enseñamos a los niños a pensar cómo se sienten los demás y a cultivar la bondad. Leemos el libro Sumi’s First Day of School Ever (El primer día de clases de Sumi), que cuenta la historia de un estudiante extranjero que tiene dificultades con el inglés y tras leer el libro pensamos en formas de ayudar a un estudiante como Sumi con gestos tan simples como ofrecer una sonrisa.
  • Dependencia de otras personas. Ponemos énfasis en que todas las personas ofrecen apoyo y reciben apoyo a través de la lectura del libro Somewhere Today (Hoy, en algún lugar del mundo), que describe distintos actos de bondad que están sucediendo en el mundo en este momento. Los estudiantes aprenden a verse a sí mismos como ayudantes y comienzan a desarrollar la gratitud por la bondad de los demás.
  • Emociones. ¿Cómo se sienten y se ven las emociones? ¿Cómo se puede identificar lo que se está sintiendo? Implementamos un juego en el que maestros y alumnos se turnan para fingir enojo, tristeza, felicidad o sorpresa, donde con posterioridad deben adivinar qué emoción se expresó y hablar sobre cómo se siente esa emoción en el cuerpo.
  • Fomento del perdón. Los niños pequeños pueden ser particularmente duros con ellos mismos y con los demás, por lo tanto, les enseñamos que todos cometemos errores. Un libro llamado Down the Road (Por el camino) cuenta la historia de una niña que rompe los huevos que compró para sus padres, pero ellos la perdonan.
  • Gratitud. Queremos que los niños reconozcan los actos de bondad que otras personas tienen con ellos y les pedimos que simulen ser distintos trabajadores comunitarios, como conductores de autobuses y bomberos. Luego, hablan sobre la gratitud que sienten por la ayuda que reciben de esas personas.

Sesenta y ocho estudiantes participaron en la investigación, aproximadamente la mitad siguió el Plan de estudios sobre la bondad y la otra mitad fue evaluada para poder hacer comparaciones. Para investigar el impacto del plan de estudios, evaluamos a los niños antes y después del período de formación.

"Los estudiantes que siguieron el plan de estudios mostraron un mayor nivel de empatía y bondad y una mayor capacidad para calmarse cuando se sentían molestos, de acuerdo con la evaluación de los maestros"

Los resultados de nuestro estudio fueron prometedores. Los estudiantes que siguieron el plan de estudios mostraron un mayor nivel de empatía y bondad y una mayor capacidad para calmarse cuando se sentían molestos, de acuerdo con la evaluación de los maestros. En un ejercicio con pegatinas, los niños compartieron consistentemente cerca de la mitad de sus pegatinas, mientras que los estudiantes que no habían completado el programa compartieron menos en ese tiempo. Los participantes del plan de estudios también obtuvieron calificaciones más altas al final del año en ciertas áreas (especialmente en desarrollo social y emocional), y mostraron una mejora en las habilidades de pensamiento flexible y demora de la gratificación, las cuales se han relacionado con la salud y el éxito en el futuro.

Este fue un estudio pequeño y nos encantaría que en el futuro se desarrollaran investigaciones más profundas acerca de nuestro Plan de estudios sobre la bondad. Por ejemplo, ¿qué sucede a largo plazo  cuando se apoyan las prácticas de bondad en los estudiantes durante todo el año, durante el próximo año escolar y por más tiempo? Si los padres también se involucraran en el plan de estudios, podrían aportar un apoyo poderoso.

“Bondad plena” en la vida diaria

La atención plena y la bondad van de la mano, tanto que la frase “bondad” salió de manera accidental (pero pertinente) en una de nuestras conversaciones y se nos ha quedado grabada. Si bien hemos desarrollado un plan de estudios específico para los propósitos de nuestro estudio, cualquier maestro o padre puede aplicar los principios base de este programa en sus interacciones con los niños.

La clave principal es simplemente modelar la atención plena y la bondad. Por ejemplo, ¿qué calidad de atención ponemos en las interacciones con nuestros hijos? ¿Les prestamos toda nuestra atención (contacto visual, nos arrodillamos para hablar con ellos a su altura, hacemos preguntas) o estamos distraídos? Los niños son extraordinariamente observadores y se dan cuenta si estamos o no prestando atención. Al modelar el comportamiento de los niños y mediante las interacciones que mantenemos con ellos, les mostramos cómo se siente ser visto y escuchado y cómo es ser compasivo con los demás.

Otra actividad sencilla es relajarse y sentir la respiración natural por unos momentos durante el día. Los niños obviamente necesitan estar activos y correr, pero también pueden beneficiarse de cultivar un poco de calma. Por ejemplo, cuando Laura entra al aula, ella o uno de sus estudiantes toca una campana, lo que indica a los estudiantes que deben escuchar hasta que el sonido termine y luego realizar juntos cinco inhalaciones y exhalaciones. Esta práctica tranquiliza a los estudiantes y enfoca su atención para estar mejor preparados para aprender.

También podemos ayudar a los niños a reflexionar sobre sus emociones, que a veces se sienten abrumadoras, y a cambiar su relación con ellas. Una vez que un niño se calma, podemos sentarnos con él y reflexionar sobre ese sentimiento. ¿Qué parte del cuerpo se sintió enojada, feliz o molesta? Todas las emociones son naturales, por lo que los niños no deberían sentirse mal por experimentarlas; podemos enseñarles a cultivar una actitud más bondadosa. Por ejemplo, un padre podría decir “cuando me siento triste o enojado, mi cuerpo no se siente bien. Pero todas las personas tienen sentimientos. Los sentimientos nos ayudan a aprender sobre nosotros mismos y los demás. Puedo ser bondadoso conmigo sin importar lo que digan mis sentimientos. Puedo aprender cada día más sobre mis sentimientos”.

Y, por cierto, este tipo de prácticas son igualmente útiles para los padres y maestros que están experimentando dificultades en lugares de trabajo estresantes o en aulas muy alborotadas. Para los maestros, realizar estas prácticas breves y reiteradas durante la jornada escolar junto con los estudiantes permiten que todos hagan una pausa y estén completamente presentes para sí mismos, entre ellos y lo que está sucediendo, ya sea agradable o desagradable. Para los padres, la práctica de la atención plena y bondad con ellos mismos les permite estar más presentes con sus cónyuges e hijos en casa y con sus compañeros en el trabajo.

Por último, para combinar los conceptos de atención plena y bondad, podemos enseñar a nuestros hijos la práctica de entregar afecto. Estas frases funcionan bien con los niños: Puedo estar seguro, puedo estar feliz, puedo estar sano, puedo estar en paz.

Cuando el niño se hizo un corte en el mentón, sus compañeros se unieron para realizar esta práctica: Que estés seguro, que estés feliz, que estés sano, que estés en paz.

Y esos deseos se pueden extender aún más: A todo el aula, a la escuela, al vecindario y a toda la comunidad... Que todos estemos seguros, que todos estemos felices, que todos estemos sanos, que todos estemos en paz.

En medio de su preocupación, los niños encontraron consuelo y apoyo para ellos y su amigo, en lugar de sentirse tristes y preocupados. Más tarde compartieron con su amigo que como grupo le habían enviado esos deseos. Son estos pequeños cambios, al interior de las aulas, los que podrían hacer que las escuelas sean entornos más bondadosos y eduquen a una nueva generación de ciudadanos más compasivos y conectados.

Este ensayo fue publicado originalmente en Greater Good, la revista en línea del Greater Good Science Center de UC Berkeley.

Lisa Flook

Lisa Flook completó su Ph.D. en Psicología Clínica en la UCLA y es científica del Center for Healthy Minds. Sus estudios han investigado las consecuencias negativas del estrés académico e interpersonal en niños y adolescentes.

Laura Pinger

Laura es especialista de extensión comunitaria en el Center for Healthy Minds. Con más de 25 años de experiencia docente en las Escuelas Públicas de Madison y 15 años de docencia en el UW Health Center for Mindfulness, Laura desarrolla y enseña planes de estudio basados en la atención plena secular a educadores, estudiantes y padres como parte de un estudio transversal que investiga la atención, la regulación emocional y el bienestar.

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